La igualdad de acceso a la vivienda salva vidas trans

Escrito por SAFE

Jacey es una mujer negra transgénero de 20 años que antes no tenía hogar. Hasta hace seis meses, nunca tuvo un hogar seguro. Su familia la abandonó porque no la aceptaban como trans. Durante su adolescencia no tuvo un lugar permanente donde vivir, sufrió acoso, abusos sexuales y trata de personas antes de ser detenida a los 17 años por agresión, por defenderse de un hombre que intentó agredirla sexualmente. Tras un año en la cárcel, donde Jacey sufrió violencia sexual y física por haber sido confundida de género y alojada con presos varones, fue dada de alta y se quedó sin hogar.

Sin una vivienda estable, la probabilidad de violencia y abusos se dispara. Por ello, estamos profundamente preocupados y nos oponemos a los cambios normativos propuestos que amenazarían el acceso de las personas trans a los centros de acogida.

En mayo, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano propuso una nueva norma que permitiría a los albergues financiados con fondos federales de todo el país tener en cuenta factores adicionales, como las creencias religiosas y la identidad de género de una persona, a la hora de determinar si admiten a un individuo. Sin estas protecciones específicas previas para la comunidad trans, los albergues podrían rechazar a personas u obligarlas a utilizar dormitorios y baños que no se corresponden con su identidad de género.

Estas protecciones suelen salvar la vida de las personas trans. Cualquier cambio de política que pueda aumentar la probabilidad de que una persona trans sea rechazada en un centro de acogida es inaceptable.


  • La Encuesta de Transexuales de Estados Unidos de 2015 reveló que, en un año, el 70 % de las personas trans afirmaron haber sido discriminadas en los centros de acogida, y solo el 16 % de las personas trans declararon ser propietarias de una vivienda, frente al 63 % de la población general.
  • Según el Centro Nacional para la Igualdad Transgénero, el 70% de las personas que accedieron a un albergue para personas sin hogar fueron expulsadas o sufrieron malos tratos por ser trans, o fueron agredidas física o sexualmente.
  • El sitio web del HUD señala que entre el 20% y el 40% de los jóvenes sin hogar se identifican como LGBTQIA+.

Los jóvenes rechazados por sus familias son especialmente vulnerables a la violencia que conlleva la falta de vivienda, sobre todo para las personas negras y trans de color. Rechazarles una vivienda es contribuir a un clima que desprecia el valor de las vidas trans.

En el caso de Jacey, conoció a un asistente social que la puso en contacto con un grupo de apoyo. A continuación, se inscribió en un programa de realojamiento rápido para adultos jóvenes y se le proporcionó gestión de casos, asistencia para el alquiler y ayuda para encontrar un apartamento. Hoy vive en su propio apartamento, busca trabajo y está construyendo una comunidad de amigos que la apoyan.

Nada de esto habría sido posible sin acceso a servicios de refugio y vivienda que afirmaran su identidad y dieran prioridad a su seguridad.

SAFE reconoce que, en la búsqueda de la construcción de un mundo menos violento para todos, las protecciones federales son necesarias para que la comunidad trans se sienta cómoda cuando busque vivienda en un momento de necesidad. Creemos que nadie merece sufrir abusos y que todos merecen un lugar seguro al que llamar hogar.